No podíamos creer a lo que oían nuestras orejas, pero realmente escuchábamos el mismo dulce Holandés como en la Haya, antes de partir. Era gracioso y me encantó porque finalmente podia practicar mi ya bastante oxidado neerlandés. Pero no solamente el idioma nos recordaba a nuestra querida Holanda, tambien la arquitectura, el orden, los canales y la manera de hacer algunas cosas. La mayoría de los ministerios como muchas otras casas eran de madera y nos encanta el encanto que tenía esta pequeña ciudad y la tranquiliad que había a pesar de que llegamos justo en el momento de la ceremonia para el nuevo presidente, Desiré Bouterse.
El Señor Bouterse fue condenado por la justicia Holandesa a más de 11 años de prisión por tráfico de estupefacientes (cocaína); no cumplió la pena en los Países Bajos pero tampoco podía salir de Surinam a causa de una orden de detención internacional. Se sabe también que estuvo involucrado en la dictatura militar que hubo en el último siglo. Su cargo como presidente le dio inmunidad y lo liberó para salir de su país, aunque los Paises Bajos dijeron: “en Holanda está bienvendio para empezar su pena en la cárcel” .Las etnias más numerosas eran los Hindúes y los ex esclavos negros de África como los cimarrón, esclavos que huyeron y encontraron en la selva un nuevo lugar para vivir libremente. Además encontramos bastantes chinos que dominaban, como ya observamos en Guayana Francesa, los sectores de restaurantes y tiendas. Los autóctonos nos dijeron que sería difícil, hasta imposible, hacer auto-stop, pero no era la primera vez que gente quería robarnos la confianza en la humanidad. Con una gran sonrisa de felicidad por el ser y la maravillosa humanidad que siempre está cerca, cosechamos muchas sonrisas de gente en sus coches. Aquí, como en más de 200 lugares donde hemos esperado para un aventón en los últimos siete meses, el auto-stop funcionaba y además era muy divertido. Para la gente hemos tenido “suerte”, para nosotros es humano lo que hacen nuestros hermanos. De repente nos encontramos como en todos lados del pais a lado izquierda en la carretera en un coche que circulaba a más de 150km/h y que nos llevó a la velocidad de la luz hacia la segunda ciudad más grande del país, Nieuw Nickerie. Era la última parada antes de salir del país y nos gusto aun más que la capital. Paz y tranquilidad, canales en vez de árboles con palmeras, flores de loto en vez de cisnes y sol en lugar de lluvia. Un restaruante nos invitó a rico arroz con la famosa y rica “pindasaus” (Salsa satay) a la holandesa. La noche la pasamos al lado de una farmacia que tenía un guardia.
Al día siguiente paseamos por la ciudad y descubrimos que había más conciencia para el vegetarianismo gracias a la cultura Hindú, de repente encontramos una gran fábrica de arroz con una familia hindú que nos explicaron un poco de la producción del arroz y cuando les hablamos de nuestro viaje nos ofrecieron directamente riquísimas cosas vegetarianas que el jefe mismo había preparado para un día festivo. El precio de una tonelada de arroz era solamente 300€ y una vez más nos sorprendimos de la locura de nuestro mundo globalizado; las bolsas para el arroz venían de Holanda, posiblemente hechas con petróleo de Venezuela y luego mandado a Surinama para ser llenado allí y luego mandado de nuevo a Europa. Posteriomente nos enteramos de que no sólo en los campos de arroz sino en casi todo tipo de productos agrícolas, se utiliza pesticida y otros tóxicos. En la fábrica se suelen utilizar químicos tan dañinos que ni deberían existir, pero están ahí para “proteger” el arroz de ratones, plagas, etc.. Lo peor era que detrás de la fábrica encontramos muchos envases de estos químicos junto a toda la basura que produce la producción de arroz y no hay camión que los recoja, se quemaba todo junto o se tiraba directamente al río que va luego al mar. Esta práctica aunque prohibida en Europa y tal vez en todo el mundo, está pasando todo los días y los consumidores en general ni saben como están influenciando a nuestro ecosistema, a nuestra frágil Pacha Mama con su consumo. El consumidor tiene poder de elección porque somos nosotros los que elegimos los productos más baratos sin preguntar que hay detrás. Cada vez que se compra algo de las coorporaciones, fabricas o otras empresas sin escrúpulos, estamos indirectamente apoyando prácticas no éticas ya sea hacia seres humanos o la naturaleza. Nuestro ecosistema no conoce fronteras, cualquier daño causado en cualquier parte del mundo es veneno al agua, al aire o a la tierra de nuestro Planeta. Hoy en día la globalizacion hace muy difícil o casi imposible saber cómo y dónde dañamos a la madre tierra con productos o servicios que parecen tan inocentes como el paquete de arroz blanco en el estante del supermercado. Pero con conciencia podemos cambiar mucho o finalmente todo, somos nosotros quienes podemos elegir comprar cosas regionales, nacionales en en el mejor de los casos productos procedentes de una granjas orgánicas y si todavía tenemos que comprar cosas de lejos, existe el comercio justo con mejores condiciones para humanos y la tierra. La mejor opción es cultivar verduras, ensaladas y frutas en el propio jardín, en la terraza o también dentro de la misma casa, libre de de tóxicos, local y además, completamente gratis.
La policía de Niew Nicker nos organizó un viaje gratuito con un autobús hacia el puerto que se encontraba todavía a 40km de la ciudad y además hablaron con el dueño del transbordador para que pudiéramos pasar sin pagar. Qué amables y todo ello solamente al preguntar dónde ir para el obtener el sello de salida del país!
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